martes, 20 de marzo de 2012

La Creación del Hombre

                                                                             
                                                     Cultura y Cibercultura 



partimos de una definición bastante amplia de lo que es cultura;


“(La cultura es) el cultivo de una forma integral de vida creada histórica y socialmente por una comunidad a partir de su particular manera de resolver (sentir, percibir, intuir, valorar, concebir, expresar y organizar) las relaciones esenciales que mantiene con la naturaleza, consigo misma, con otras comunidades y con Dios (lo trascendente) , con el propósito de dar continuidad, sentido y plenitud a la totalidad de su existencia.”
 Ricardo SANTILLÁN GUEMES, Cultura, creación del pueblo. Buenos Aires. Ed. Guadalupe. 1º Edición. 1985. Pág. 20 

Desde las primeras aproximaciones antropológicas, la reflexión sobre “lo cultural” ha estado íntimamente vinculada al desarrollo tecnológico. En los albores de la disciplina antropológica, la tecnología era vista como un residuo de las culturas a partir del cual el investigador podía clasificar las sociedades de acuerdo con una línea evolutiva: de lo simple a lo complejo, a mayor desarrollo tecnológico, mayor nivel cultural. El término cibercultura se refiere a una colección de culturas y productos culturales que existen en y/o se hacen realizables a través de internet, junto con relatos sobre estas culturas y productos culturales (Silver, 1996). El rasgo característico, intrínseco y propio de la cibercultura sería la tecnología.

En este sentido, ella se produce por medio de los dispositivos técnicos e implicaría "una serie de prácticas sociales significativas" (Ardévol, 2002: 16) en torno a las tecnologías digitales, especialmente, Internet. En esta idea se incorporan las percepciones acerca de las nuevas formas de sentir, de identificarse, de pensar el mundo. La cibercultura apunta hacia una realidad social en construcción, que se sitúa en el futuro ya presente, en el centro de nuestra propia experiencia de transformación cultural y cambio social vinculado al desarrollo científico y tecnológico.

La palabra cibercultura apunta vehementemente hacia un cambio de paradigma en nuestra manera de concebir la naturaleza y nuestra relación con lo artificial, y no solo a las realidades encerradas en un chat. Recordemos que la expresión moderna “ciber” proviene de la cibernética, término acuñado por Norbet Wiener para referirse a la ciencia del control y de la comunicación en el animal y en la máquina, y cuyos principios están en la base del desarrollo de la informática y de la inteligencia artificial. Es una noción que crece en el territorio de las máquinas de información y comunicación, pero es alimentada por la literatura y la filosofía.

SOBRE LA CIBERCULTURA 

La cibercultura se asocia a una configuración sistémica- cibernética. Un sistema social, un sistema humano, un sistema autorreferencial, percibe, aprende, se autoorganiza, se reconfigura en la interacción con el entorno, produce nueva información que lo modifica. Esto supone una nueva visión de lo posible tanto en lo social, como en lo cultural. El prefijo cyber proviene originalmente de la palabra cybernetics, que da nombre a una disciplina que estudia a comunicación y el control en los seres vivos y las máquinas construidas por el hombre. La conquista científica de los sistemas organizados constituye la tarea esencial de la cibernética. Desde sus orígenes, esta ciencia se propone abordar la materia altamente complejizada (seres vivos, sociedades, etc.) en su evolución misma. Parece haber consenso al afirmar que es el año 1948 el que ve nacer a la cibernética. En este año se da simultáneamente la publicación de tres obras importantes: Cibernética, o regulación y comunicación en el animal y en la máquina, de Norbert Wiener (1894–1964), el fundador de la disciplina; Teoría matemática de la comunicación, dClaude Shannon (1926 – 2001) y Warren Weaver (1894 – 1974), que inaugura la teoría moderna de la información; y, por último, Proyecto de cerebro, de W. Ross Ashby (1903 – 1972), en la que se expone la teoría del equilibrio u homeóstasis.
También hay acuerdo en considerar que el nacimiento de la cibernética fue producto del intercambio de experiencias y datos de laboratorio sobre el funcionamiento del sistema nervioso central entre el propio Wiener y el neurofisiólogo mexicano Arturo Rosenblueth (1900–1970).

La cibernética surge como un desarrollo del conocimiento científico aplicado a la tecnología. A su lado, una teoría más abarcativa, irrumpió en las ciencias e imponer un nuevo paradigma: la Teoría de General de los Sistemas. La teoría general de sistemas (TGS) o teoría de sistemas o enfoque sistémico es un esfuerzo de estudio interdisciplinario que trata de encontrar las propiedades comunes a entidades llamadas sistemas. 

Éstos se presentan en todos los niveles de la realidad, pero que tradicionalmente son objetivos de disciplinas académicas diferentes. Su puesta en marcha se atribuye al biólogo austriaco Ludwig von Bertalanffy (1901 – 1972), quien acuñó la denominación a mediados del siglo XX. Aunque la TGS surgió en el campo de la biología, pronto se vio su capacidad de inspirar desarrollos en disciplinas distintas y se apreció su influencia en la aparición de otras nuevas.

Así se ha ido constituyendo el amplio campo de la sistémica o de las ciencias de los sistemas, con especialidades como la cibernética, la teoría de la información, la teoría de juegos, la teoría del caos o la teoría de las catástrofes. Una noción que aparece siempre en el centro de las definiciones y reflexiones sobre la cibernética es la de retroacción, sinónima del concepto de feedback o retroalimentación. Si bien estos términos ya fueron utilizados previamente, fue Wiener quien los puso en el centro de la reflexión, al situarlos como fundamento de su propuesta. Muchos de los conceptos usados por la Teoría de Sistemas provienen del enfoque de la cibernética. Algunos ejemplos son la información, el control, la retroalimentación, y la comunicación, entre otros. 

Sin embargo, la teoría de sistemas se enfoca más en las estructuras de los sistemas y sus modelos, mientras que la cibernética se centra, fundamentalmente, en el funcionamiento de los mismos: en cómo controlan sus acciones, en cómo se comunican con otros sistemas o con sus propios componentes. El interés de la cibernética se trasladó pronto a numerosas ciencias que involucran al hombre, de modo tal que se aplicó a los procesos de cognición, a actividades prácticas tales como la psiquiatría, la terapia familiar, el desarrollo de sistemas de información y de decisión, la administración, el gobierno, y a esfuerzos para entender las formas complejas de la organización social, incluyendo, pero sólo como un área de interés más, las redes de comunicación y de computadoras. 

 CARACTERÍSTICAS DE LA CIBERCULTURA 

La cibercultura está asociada a esta configuración sistémica- cibernética. Un sistema social, un sistema humano, un sistema autorreferencial, percibe, aprende, se autoorganiza, se reconfigura en la interacción con el entorno, produce nueva información que lo modifica. Esto supone una nueva visión de lo posible tanto en lo social, como en lo cultural. La Sistémica como fuente de la cibercultura la dota de cualidades de percepción, reflexión y creación interactiva, Que potencian hacia una fase constructiva a todo sistema social, que al tiempo que es más poderoso en su percepción, lo es en su interacción, y en su competencia comunicativa y creativa en interacción. La Sistémica es una fuente de la cibercultura en el polo conceptual no reducido a las computadoras. Podemos definir cibercultura como una colección de culturas y productos culturales que existen y han sido posibles gracias a Internet, con las historias contadas sobre esta cultura y sus productos culturales.
La cibercultura, al igual que todas las culturas, es extensa y amplia, y está en un constante estado de flujos, expresa una mutación fundamental de la esencia misma de la cultura. Se produce una emergencia de una nueva universalidad, esta es diferente de las formas culturales universales anteriores. Ella se construye sobre la indeterminación de un sentido global, universalidad por interconexión. Tiende a mantener su indeterminación. Se produce una reorganización y metamorfosis constante. Mutación cultural vinculada a un cambio en el sistema de comunicación La cibercultura, parte de una construcción ideológica que ha influido de manera decisiva en crear una imagen del ciberespacio la mayoría de las veces negativa y muy disuasiva para las personas más alejadas a su realidad.

Cuando hablamos de su construcción ideológica, partimos tanto de la literatura contemporánea, producciones cinematográficas, noticias de prensa, difusión de informes científicos a través de revistas abiertas al gran público, etc, englobando la temática no solo todo lo referente a Internet y el mundo de la informática, sino todo lo que hace referencia a los avances tecnológicos y más concretamente los que se han ido sucediendo de manera asombrosamente acelerada en la segunda mitad del siglo veinte.

La cibercultura convive con la cultura “tradicional”, no la anula. Sin embargo, ha generado una serie de desplazamientos importantes que, juntos, han construido esta nueva forma de organización social y cultural. Algunos de los desplazamientos son el paso de la palabra escrita al predominio de lo audiovisual; el tránsito de una visión lineal a una circular o espiral del proceso de comunicación; el regreso al concepto de comunidad como forma de organización social; el cambio en la forma de construcción de conocimiento, que con la cibercultura es más intuitivo que dogmático y estable. La interacción está en el centro de todos estos desplazamientos o cambios. 

Está claro que la cibercultura está transformando las formas de comunicación, a través de comunidades virtuales alejadas del clásico esquema de emisor–receptor, y mucho más cercanas al concepto originario de la comunicación, que la ligaba a la comunión, la comunidad y el diálogo. Por tanto, no sólo cambia el proceso de la comunicación, sino que el mismo concepto de información también se ha transformado. En el ciberespacio, la comunión se da en el sentido de que se crean comunidades con base a afinidades, intereses, gustos y conocimientos compartidos. Y todo ello, independientemente de la cercanía o lejanía entre los actores que las conforman.

De alguna forma, en el ciberespacio la distancia se modifica, ya no se mide en quilómetros, sino más bien en términos de participación, de cercanía afectiva y/o cognitiva, dependiendo del tipo de comunidad virtual de que se trate. El diálogo virtual, lejos de ser caótico y desordenado, como se le suele considerar, está estructurado conforme a unas reglas, implícitas o explícitas, conocidas por todos los miembros que interactúan en los “lugares” específicos del ciberespacio: chat, correo electrónico, grupos de discusión, etc. 

Las formas de comunicación son muchas y muy variadas, y no excluyen a otras formas de comunicación interpersonal “cara a cara”, lo cual desmiente, a nuestro entender, las afirmaciones “apocalípticas” de que las nuevas tecnologías de información y comunicación están obstaculizando la comunicación interpersonal. Más bien se da lo contrario, la cibercultura amplía la comunicación, hace de ésta su forma básica de existencia. En cuanto al concepto de información, la cibercultura se organiza con base a la generación y recepción de información por parte de usuarios activos, a la vez emisores y receptores. Cualquiera puede ser creador de información, de modo que se rompe con la visión vertical y centralista de la sociedad de información.

Dicho de otra forma, la información pasa a ser vista como un atlas, como un mapa de búsqueda y no como algo dado y expuesto de forma estática e inamovible. La cibercultura amplía las preguntas posibles, genera nuevas formas de racionalidad, de construcción y apropiación de conocimientos. Y todo ello, gracias a la interactividad total que se da entre la máquina y el ser humano.

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